
Desde las 7:30 de la mañana, medios de comunicación se congregaron en el CAR a esperar la llegada de los 18 presidentes de los equipos de primera división que integran el Comité de Selecciones Nacionales. Más de 9 horas pasaron para que Decio de María y Justino Compeán anunciaran lo que ya se olía, a kilómetros, que sucedería, el cese del pentapichichi como director técnico.

Entendemos que para todos los jugadores es difícil terminar una carrera, pero este hombre no supo ponerle un guión intermedio entre jugador – timonel, su ego, como todos sabemos, es mayúsculo.
Pero aún sigo creyendo que no toda la culpa es de Hugo. También es responsabilidad de la Federación Mexicana de Futbol y su “Comité de Selecciones” (todos muy profesionales, claro está, en el ámbito mercadológico) que sin analizarlo, decidieron darle la oportunidad.
¿Qué méritos tenía para dirigir a la selección?. Es un gran jugador, sí, que marcó época, también, que figuró en el Real Madrid, por supuesto; de todo esto no cabe duda.

El espejismo del bicampeonato Puma los cegó (quien mejor que Hugo para dirigir a la selección, algunos dijeron hace un par de años). Señores, el bicampeonato es producto de la garra de sus jugadores, no de la técnica de Hugo, el equipo no mostró variantes, sólo un gran corazón.
Además, los intereses comerciales fueron antepuestos al deporte, Hugo fue visto como una marca, lo consintieron dándole casa en Cancún, viajando a las concentraciones con toda la familia, comiendo por separado, no conviviendo con los jugadores y mucho menos entrenándolos, a cambio de la venta de muchos spots publicitarios con diferentes marcas, lo que es igual a mucho dinero.
A Hugo le faltó preparación, cualquier técnico está en constante actualización, yendo a cursos, leyendo, estudiando por horas en video al rival; le faltó sencillez ante sus jugadores, ganarse su confianza, pero a los directores de nuestro futbol les faltó lo más importante, la visión deportiva, por lo que me es imposible culpar del todo a Hugo.
Ahora, sólo queda esperar y preguntarnos quién llegará.